El ineludible motivo por el que alzar vuelo,
linda sonrisa que divisaste entre cientos de ellas,
la alianza que se tejió entre su boca y tu oído
y el botón de cancelación en cada momento.
Hormigas se retuercen en cada milímetro de mis vértices,
el disfraz me acompañó aun cuando perdí el antifaz.
Nos deslizamos, enredados, camino abajo,
incómoda postura pasando a la posterioridad…
Llegó la invitación de abandonar el escondite,
rezos penitenciarios con una biblia de motivos entre manos,
el castigo de la flaqueza no se vuelve contra ti,
un faro de trazos alerta camino perdido.
Una canción suena entre un contigo y un conmigo,
un encantamiento sin perdices,
una poesía que ganó al ritmo de la pereza,
escribe la historia con fin que no tiene vez.
La propina de brindar una noche tras otra,
la promesa de una eterna obediencia
con el veto de una boca empeñada en el nunca,
mientras empaquetas un invierno ancestral.
Un grito se ahoga nocturno en un coche,
brillo ensordecedor que recuerda, un camino
un país, una noche, un rincón, un momento
y un espejo dispara el flash del blanco que cazar.
El abrigo del insomnio arropando,
los pecados prohibidos de un viaje sin fin,
de un camino de paradas, memorable,
y la ternura de las manos que te acogieron.
La soledad de las noches que disfrutaron ellas,
las frases que no se dijeron, que no se escribieron,
los instantes que no se filmaron, la larga espera…
y un reloj que se paró en el alejamiento furtivo.
Ahora mis segundos juegan con tu dirección,
mis dedos se funden en letras, buscándote entre ellas…
un susurro de aire se acomoda en el pliegue de tu silencio.
Vuelve…